
Con el objetivo de mostrar la diferencia entre liderazgo y poder o la similitud que existe entre ambos, para lo cual vale la pena citar a Max Weber que definió el poder precisamente así: “capacidad
de influir sobre la conducta de otras personas”
El liderazgo efectivo supone, pues,
ante todo, poder. Pero el poder puede tener muchas expresiones. Así, si yo amenazo
de muerte a mi compañero, puedo ejercer influencia sobre él; en este caso sería
un poder coactivo.
Obviamente, existen otros tipos de poder muy diversos, como,
por ejemplo, el que puede ejercer un obispo a través de la lectura de una
pastoral en todas las parroquias de su diócesis
o el que puede ejercer un líder
político hablando a sus seguidores e influyendo claramente en sus conductas; o
el que posee una persona que utiliza el dinero como mecanismo de influencia en
los demás.
Como podemos ver el concepto de poder
que tiene Max Weber, es muy claro y se mantiene vigente en esta época donde la
constante es la aparición de conceptos nuevos acerca de determinado tema, el
poder cuando es aceptado voluntariamente por las personas o colaboradores se
puede catalogar como legitimo y aquí vale la pena retomar de nuevo al señor Weber, que distinguió tres
fuentes de legitimidad del poder
Tiene por fundamento la creencia en la legalidad de los ordenamientos establecidos y en la de los títulos de quienes ejercen el dominio
Legitimidad tradicional
Se basa en la creencia en el carácter sagrado de las tradiciones en vigor y en la legitimidad de quienes son llamados en virtud de aquellas al poder.
Legitimidad carismática
Descansa sobre la sumisión de
los súbditos al valor personal de un
hombre, ya sea profeta, héroe o líder de cualquier tipo, que se supone está
dotado de cualidades extraordinarias.
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